Advent Review y Sabbath Herald d. 29. mayo 1913
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Elena G. de White Envió Dos Mensajes al Congreso de la Asociación General Celebrado en 1913. El Primero Fue Leído por el Pastor W. C. White en la Sesión de la Tarde del Primer Sábado de Reuniones, el 17 de Mayo.
“Elmshaven”, Sanitarium, California, 4 de mayo de 1913.
¡Un saludo de mi parte a los participantes del Congreso de la Asociación General!
Mis queridos hermanos,
“Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios”. 2 Corintios 1:2-4.
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento. Porque para Dios somos grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden”. 2 Corintios 2:14, 15.
“Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a 461Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. 2 Corintios 4:5-7.
“Por tanto, no desmayamos; antes aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas”. 2 Corintios 4:16-18.
Nuestros hombres representativos que asisten al Congreso de la Asociación General tienen el privilegio de fomentar un espíritu de esperanza y valor. Hermanos míos, el Señor se os ha revelado en muchas formas, ha llenado vuestros corazones con la luz de su presencia mientras trabajabais en países distantes y en vuestra patria; os ha protegido de los peligros visibles e invisibles; y ahora, cuando volvéis a reuniros con vuestros hermanos en un congreso, tenéis el privilegio de estar gozosos en el Señor y de regocijaros en el conocimiento de su gracia sustentadora. Que su amor se posesione de la mente y el corazón. Cuidad de no fatigaros en exceso, de no agobiaros por la inquietud, de no estar deprimidos. Dad un testimonio elevador. Apartad vuestros ojos de lo que es oscuro y de lo que produce desánimo, y contemplad a Jesús nuestro gran Dirigente, bajo cuya supervisión vigilante la causa de la verdad presente, a la cual estamos dando nuestras vidas y todo lo que somos, está destinada a un triunfo glorioso.
La actitud que nuestros hombres representativos mantengan durante el congreso ejercerá una influencia decisiva sobre todos en todo el campo, como también sobre los delegados. Hermanos míos, dejad que se vea que Jesús mora en el corazón, que sustenta, fortalece y reconforta. Tenéis el privilegio de recibir cada día una abundante medida de su Espíritu Santo, y de tener una visión más amplia de la importancia y el alcance del mensaje que estamos proclamando al mundo. El Señor está dispuesto a revelaros cosas maravillosas de su ley. Esperad delante de él con humildad de corazón. Orad fervorosamente pidiendo una comprensión de los tiempos en que vivimos, solicitando una concepción más plena de sus propósitos y rogando por una mayor eficacia en la tarea de salvar a las almas.
Con frecuencia durante la noche se me pide que inste a nuestros hermanos que ocupan cargos de responsabilidad a que realicen esfuerzos fervorosos por conocer más perfectamente al Señor. Cuando nuestros obreros comprendan como deberían comprender la importancia de los tiempos en que vivimos, habrá un propósito más decidido de estar del lado del Señor, y llegarán a ser verdaderos colaboradores juntamente con Dios. Cuando consagren el corazón y el alma al servicio de Dios, descubrirán que es indispensable tener una experiencia más profunda que cualquiera que hayan tenido si es que han de triunfar sobre el pecado.
Conviene que consideremos aquello que pronto ocurrirá en el mundo. Este no es un tiempo para dedicarlo a las cosas frívolas o a las satisfacciones egoístas. Si los tiempos en que vivimos no logran impresionar de veras nuestras mentes, ¿qué otra cosa podría realizar un impacto en nosotros? ¿No piden las Escrituras un trabajo más puro y santo que el que hemos visto hasta ahora?
Ahora se necesitan hombres de claro entendimiento. 463Dios pide que los que están dispuestos a dejarse dirigir por el Espíritu Santo señalen el camino hacia una obra de reforma cabal. Veo una crisis delante de nosotros, y el Señor pide que sus colaboradores se alisten. Cada alma debería encontrarse ahora en una posición donde manifieste una consagración a Dios más profunda y verdadera que en los años pasados.
Durante el Congreso de la Asociación General celebrado en 1909 debió efectuarse una obra en los corazones de las personas que asistieron, y sin embargo esa obra no se realizó. Habría que haber dedicado horas a la investigación del corazón, lo cual habría conducido a la ruptura del terreno de los corazones de los que asistían a las reuniones. Esto les habría proporcionado discernimiento intelectual para comprender la obra de arrepentimiento y confesión que era tan indispensable que se realizara en ellos. Pero, aunque se dieron oportunidades para que se confesaran los pecados, para que se manifestara un arrepentimiento sincero y para que se llevara a cabo una reforma decidida, no se efectuó una obra cabal. Algunos sintieron la influencia del Espíritu Santo y respondieron a ella, pero no todos se rindieron a su influjo. Las mentes de algunos se habían encaminado por cauces prohibidos. Si todos los miembros de la congregación hubiesen humillado sus corazones, habrían experimentado una bendición maravillosa.
Durante varios meses después de la terminación del congreso soporté una carga pesada y llamé vehementemente la atención de los hermanos que ocupaban puestos de responsabilidad hacia aquellas cosas que el Señor me estaba instruyendo que les presentase con claridad. Finalmente, algunas personas que ocupaban posiciones de confianza en relación con la obra en general, después de mucha oración y de un estudio cuidadoso de los diferentes mensajes dados, se aventuraron a emprender por fe la obra que se les pedía: una obra que no podían comprender plenamente; y cuando 464avanzaron en el temor de Dios recibieron abundantes bendiciones.
Me he llenado de gozo al ver transformaciones admirables que han ocurrido en las vidas de algunos que aceptaron avanzar por fe en el camino del Señor, antes que seguir en una senda de su propia elección. Si los hermanos que ocupaban cargos de responsabilidad hubiesen continuado viendo las cosas en una luz falsa, habrían creado una situación que habría dañado tristemente la obra; pero cuando obedecieron la instrucción que les fue enviada y buscaron al Señor, Dios los puso en la luz plena y los capacitó para prestar un servicio aceptable y para producir reformas espirituales.
Cuando el Señor extiende su mano para preparar el camino delante de sus ministros, el deber de éstos consiste en seguir hacia donde él dirige. El nunca olvidará ni dejará en la incertidumbre a los que obedecen de todo corazón sus directivas.
Hermanos míos, “me gozo de que en todo tengo confianza en vosotros”. 2 Corintios 7:16. Y si bien es cierto que aún experimento una ansiedad muy intensa debido a la actitud que algunos están adoptando con respecto a medidas importantes relacionadas con el desarrollo de la causa de Dios en el mundo, tengo una poderosa fe en los obreros de todo el campo y creo que al reunirse y al humillarse delante del Señor, y al reconsagrarse a su servicio, serán capacitados para hacer su voluntad. Hay algunos que ni aun ahora ven las cosas en la luz debida, pero éstos pueden aprender a ver desde los mismos puntos de vista que sus compañeros en la obra, y pueden evitar cometer errores serios si buscan fervorosamente al Señor en esta oportunidad y si someten su voluntad por entero a la voluntad de Dios.
He quedado profundamente impresionada por ciertas escenas que contemplé durante la noche. Parecía efectuarse un gran movimiento, una obra de reavivamiento, en muchos lugares. Nuestro pueblo se alistaba y respondía al llamamiento de Dios. Hermanos míos, el Señor nos está hablando. ¿No escucharemos su voz? ¿No aprestaremos nuestras lámparas y obraremos como hombres que esperan la venida del Señor? El tiempo en que vivimos exige que se haga brillar la luz y que se pongan las manos a la obra.
Hermanos, “yo pues..., os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz”. Efesios 4:1-3.—The General Conference Bulletin, 33, 34.
Ánimo en el señor*
Este Es el Segundo Mensaje Enviado por Elena G. de White al Congreso de la Asociación General Celebrado en 1913, y Fue Leído por el Presidente, Pastor A. G. Daniells, en la Mañana del Martes 27 de Mayo.
En relación con esto rememoré las actividades de los creyentes adventistas de los años 1843 y 1844. En aquella época se realizaban muchas visitas de casa en casa y se efectuaban esfuerzos incansables para advertir a la gente acerca de lo que se dice en la Palabra de Dios. Deberíamos desplegar un esfuerzo mayor aún del que realizaban los que proclamaron tan fielmente el mensaje del primer ángel. Nos aproximamos rápidamente al fin de la historia terrena; y al comprender que Jesús en realidad está por venir debemos 466ponernos de pie y trabajar como no lo hemos hecho nunca antes. Se nos pide que hagamos resonar la alarma ante la gente. Y debemos mostrar en nuestras propias vidas el poder de la verdad y la justicia. El mundo ha de encontrarse pronto con el gran Legislador para dar cuenta de su transgresión de la ley. Únicamente los que se apartan de la transgresión y aceptan obedecer pueden esperar perdón y paz.. 466.1
Debemos levantar el estandarte que lleva esta inscripción: “Los mandamientos de Dios y la fe de Jesús”. La obediencia a la ley de Dios es el gran problema. No lo ocultemos. Debemos tratar de despertar a los miembros de la iglesia y a los que no profesan la religión para que capten y obedezcan las exigencias de la ley del cielo. Debemos magnificar esta ley y presentarla en forma honrosa.
Cristo nos ha comisionado para que sembremos la semilla de la verdad y para que presentemos insistentemente a la gente la importancia de la obra que deben realizar los que viven en medio de las escenas finales de la historia terrena. A medida que las palabras de verdad se proclaman en los caminos y en los vallados debe haber una revelación de la obra del Espíritu de Dios en los corazones humanos.
¡Cuánto bien podría realizarse si todos los que tienen la verdad, la Palabra de vida, trabajaran por el esclarecimiento de los que no la poseen! Cuando los samaritanos acudieron a Cristo en respuesta a la invitación de la mujer samaritana, Cristo los comparó, al hablar con los discípulos, a un campo de trigo listo para la siega. Les dijo: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega”. Juan 4:35. Cristo permaneció dos días con los samaritanos, porque estaban hambrientos de oír la verdad. ¡Y fueron días ocupadísimos! Como resultado, “creyeron muchos más por la palabra de él”. Juan 4:41. Este fue su testimonio: 467“Nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente éste es el Salvador del mundo, el Cristo”. Juan 4:42.
¿Qué miembros del pueblo profeso de Dios emprenderán esta obra sagrada y trabajarán por las almas que perecen por falta de conocimiento? El mundo debe ser amonestado. Se me han mostrado muchos lugares que requieren un esfuerzo consagrado, fiel e incansable. Cristo está abriendo los corazones y las mentes de muchos moradores de nuestras grandes ciudades. Ellos necesitan las verdades de la Palabra de Dios; y si nosotros nos ponemos en piadosa relación con Cristo y procuramos aproximarnos a esa gente, haremos en ella impresiones que la orientarán hacia el bien. Debemos despertarnos y entrar en una relación de simpatía con Cristo y con nuestros semejantes. Hay que trabajar inteligentemente en las ciudades grandes y en las pequeñas, en los lugares cercanos y en los lejanos. Nunca retrocedáis. El Señor hará las impresiones debidas en los corazones si nosotros trabajamos en armonía con su Espíritu.
Hermanos míos, tengo palabras de ánimo para vosotros. Debemos avanzar con fe y esperanza, y aguardar grandes cosas de Dios. El enemigo procurará por todos los medios posibles estorbar los esfuerzos que se realizan para promover la verdad, pero vosotros podéis tener éxito gracias al poder de Dios.
No se pronuncien palabras de desánimo sino únicamente palabras que tiendan a fortalecer y sustentar a vuestros compañeros en la obra.
Anhelo dedicarme personalmente a un trabajo fervoroso en el campo, y ciertamente me dedicaría a realizar más trabajo público si no creyese que a mi edad no es prudente estimar en demasía la fuerza física personal. Tengo que llevar a cabo una obra que consiste en comunicar a la iglesia y al mundo la luz que me ha sido confiada de tiempo 468en tiempo a lo largo de los años durante los que se ha proclamado el mensaje del tercer ángel. Mi corazón rebosa con el deseo más fervoroso de presentar la verdad a todos los que pueda alcanzar. Y todavía sigo preparando temas destinados a ser publicados. Pero debo actuar cuidadosamente a fin de no colocarme en una condición que no me permita escribir más. No sé cuánto tiempo más viviré, pero mi salud no sufre tanto como podría esperarse.
Después del Congreso de la Asociación General celebrado en 1909, pasé varias semanas asistiendo a reuniones de reavivamiento y a otras reuniones generales, y visitando diversas instituciones en Nueva Inglaterra, en los estados centrales y en el medio oeste.
Después de regresar a mi hogar en California, volví a emprender la obra de preparar material para ser publicado. Durante los cuatro años últimos he escrito comparativamente pocas cartas. He dedicado mis fuerzas mayormente a la terminación de libros importantes.
He asistido ocasionalmente a reuniones y he visitado algunas instituciones en California, pero la mayor parte del tiempo desde el último congreso de la Asociación General la he empleado en la preparación de manuscritos en mi hogar campestre de “Elmshaven”, cerca de Santa Helena.
Estoy agradecida porque el Señor me está conservando la vida para que trabaje un poco más en mis libros. ¡Ojalá tuviese fuerzas para hacer todo lo que veo que debería realizarse! Oro para que Dios me imparta sabiduría a fin de presentar en forma clara y aceptable las verdades que nuestro pueblo tanto necesita. Creo animosamente que Dios me permitirá hacerlo.
Mi interés en la obra en general tiene la misma intensidad de siempre, y deseo con fervor que la causa de la verdad presente avance firmemente en todas partes del mundo. Pero creo que es aconsejable que no me dedique mucho al trabajo en público mientras la preparación de mis libros exige mi 469supervisión. Cuento con algunos de los mejores obreros, con aquellos que por la providencia de Dios se relacionaron conmigo en Australia, y con otros que han estado conmigo desde que regresé a los Estados Unidos. Agradezco al Señor por estos colaboradores. Todos estamos ocupadísimos haciendo lo mejor posible a fin de preparar el material que ha de publicarse. Quiero que la luz de la verdad vaya a todos los lugares para que ilumine a los que ahora desconocen las razones de nuestra fe. Algunos días siento molestias en los ojos y experimento considerable dolor en ellos. Pero alabo al Señor porque me conserva la vista. No sería extraño si a mi edad no pudiera valerme de mis ojos.
Estoy más agradecida de lo que puedo expresar por el apoyo del Espíritu del Señor, por el confortamiento y la gracia que él sigue dándome, y porque me proporciona fortaleza y oportunidad para impartir ánimo y ayuda a su pueblo. Mientras el Señor me conceda vida seré fiel y leal a él, y procuraré hacer su voluntad y glorificar su nombre. Que el Señor aumente mi fe para seguir conociéndolo y para hacer su voluntad en forma más perfecta. El Señor es bueno y debe ser grandemente alabado.
Deseo intensamente que los ancianos soldados de la cruz, los que han encanecido en el servicio del Maestro, prosigan dando un testimonio directo para que los que son más jóvenes en la fe puedan comprender que los mensajes que el Señor nos dio en el pasado son muy importantes en este período de la historia terrena. Nuestra experiencia pasada no ha perdido ni la mínima parte de su fuerza.
Que todos tengan cuidado de no desanimar a los pioneros o de hacerles sentir que su utilidad es tan sólo limitada. Su influencia todavía puede sentirse poderosamente en la obra del Señor. El testimonio de los ministros de edad será una ayuda y una bendición para la iglesia. 470Dios velará por sus portaestandartes leales y fieles, noche y día, hasta que llegue el tiempo cuando deban deponer su armadura. Asegúreseles que están bajo el cuidado protector de Aquel que nunca dormita ni duerme, y que centinelas incansables velan sobre ellos. Al saber esto y al comprender que permanecen en Cristo pueden descansar confiadamente en las providencias de Dios.
Oro fervorosamente para que la obra que hacemos en este tiempo penetre profundamente en el corazón, la mente y el alma. Las perplejidades aumentarán, pero como creyentes en Dios animémonos unos a otros. No bajemos el estandarte, sino mantengámoslo ondeando en alto mientras contemplamos a Aquel que es el Autor y Consumador de nuestra fe. Cuando no puedo conciliar el sueño elevo mi corazón en oración a Dios, y él me fortalece y me da la seguridad de que permanece con sus siervos ministradores aquí en este país y en los países distantes. Me siento animada y bendecida al comprender que el Dios de Israel sigue conduciendo a su pueblo y que continuará con él hasta el fin.
He sido instruida para que diga a mis hermanos ministradores: Que los mensajes que salen de vuestros labios estén cargados con el poder del Espíritu de Dios. Si alguna vez hubo un tiempo cuando necesitamos la dirección especial del Espíritu Santo, ese tiempo es ahora. Necesitamos una consagración total. Ya es tiempo que manifestemos ante el mundo el poder de Dios que obra en nuestras propias vidas y en nuestro ministerio.
El Señor desea que la obra de la proclamación del mensaje del tercer ángel sea llevada a cabo con una eficiencia cada vez mayor. Así como ha obrado en todas las épocas para dar victorias a su pueblo, también desea llevar en este tiempo a una triunfante culminación sus propósitos para la iglesia. Pide que sus santos creyentes avancen unidos, 471que su poder aumente progresivamente, que de la fe pasen a una mayor seguridad y confianza en la verdad y la justicia de su causa.
Debemos permanecer firmes como una roca en lo que respecta a los principios de la Palabra de Dios, y recordar que Dios está con nosotros para proporcionarnos poder a fin de enfrentar cada nueva experiencia. Mantengamos siempre en nuestras vidas los principios de la justicia para que progresemos en fortaleza en el nombre del Señor. Debemos retener como algo sacratísimo la fe que ha sido establecida por la instrucción y la aprobación del Espíritu de Dios desde nuestra experiencia más temprana hasta el momento actual. Debemos considerar como algo preciosísimo la obra que el Señor ha estado realizando por medio de su pueblo que guarda sus mandamientos, la cual, mediante el poder de su gracia, llegará a ser más fuerte y más eficiente a medida que el tiempo avanza. El enemigo está procurando oscurecer el discernimiento del pueblo de Dios y debilitar su eficacia, pero si sus miembros trabajan siguiendo las directivas del Espíritu de Dios, él abrirá puertas de oportunidad delante de ellos para realizar la obra de edificar las ruinas antiguas. Su experiencia consistirá en un crecimiento constante, hasta que el Señor descienda del cielo con poder y gran gloria para poner sobre sus fieles el sello del triunfo final.
La obra que tenemos delante es de tal naturaleza que exigirá la acción de todas las facultades del ser humano. Requerirá el ejercicio de una fe poderosa y una vigilancia constante. Las dificultades que enfrentaremos a veces serán sumamente desalentadoras. La magnitud misma de la tarea nos consternará. Y sin embargo, sus siervos triunfarán finalmente porque cuentan con la ayuda de Dios. “Por lo cual—hermanos míos—pido que no desmayéis” (Efesios 3:13) a causa de las experiencias angustiosas que os esperan. Jesús 472estará con vosotros; irá delante de vosotros mediante su Espíritu Santo para preparar el camino; y él será vuestro ayudador en toda emergencia.
“Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea la gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén”. Efesios 3:14-21.—The General Conference Bulletin, 164, 165.
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